domingo, 30 de noviembre de 2014

Un nuevo libro

He escrito otro libro. Llevo ya cinco, pero este último me ha llevado diez largos años de pelea; es el primero que he trabajado con el ordenador; los otros fueron a base de pluma de águila y tintero. Me las he pasado canutas o más, porque estoy apenas en la "aeiou" con el dichoso "aparatico" y me ha dado disgustos "mu grandes" por aquello de que, cuando menos te lo esperas, por cualquier mala manipulación, o por causas eléctricas, tormenta, rayo, etc. pierdes el trabajo de incluso meses. ¡Qué tormento! 

Pero el libro ya está. Dentro de dos o tres meses saldrá a la público. Es de historia, 800 páginas, unas 300 fotos y años y años de amontonar datos. Ahora viene lo bueno. Habrá una presentación en plan amigos-familia, y luego a esperar, con mucha calma y buen humor, a que alguien me lo lea, que algunos me lo lean con cariño, y que algunos más me digan lo que no les ha gustado. El personal está rápido a la hora de la crítica "antipática", pero muy lento a la hora de decir algo positivo. Prejuicios, celos, falta de elegancia, poca amabilidad, los detalles. 

Pero yo sé que es un libro muy interesante para los jóvenes -porque contiene material nunca publicado y que se habría perdido irremediablemente-, y porque trata de la historia de sus antepasados. A mi me queda la íntima satisfacción de haber hecho algo positivo para los demás, y el esperar a ese -con uno me conformo- que sí captará las pinceladas inteligentes y finas que contiene el "tocho". 

La administración debería cuidar mucho a los que, sin esperar ni un euro a cambio, dedican horas, meses y años a recopilar pedazos de historia, y disponerse, amables y agradecidos, a publicar los trabajos... Y NO ES ASÍ. Parece que pides limosna, y tienes que darles las gracias tú a ellos. Así son las cosas. Por eso hay tan poca gente que se mete en fregados semejantes. No se valora lo que vale la pena. Pasa que siempre habrá algún romántico, algún Quijote, para que el cajón de los olvidos no reviente y las hojas de los árboles caídas, tengan un final feliz para el bien común. 

Escribir en España es llorar, dijo el clásico. No sé si es llorar, pero sí es como una larga carrera en solitario, con sed, calambres, espinas, lluvias, vientos, guijarros, agujetas, hambre, soledad, fatiga, frío, incomprensión y disgustos, para que luego le digan a uno que en un renglón falta una "h". ¡Vaya Vd. a...! 

Pero siempre habrá "tontos Quijotes", pensando en el bien común dispuestos a escribir algo... aunque sea un libro de 800 páginas.

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